La especialidad tributaria dentro del ámbito del Derecho Corporativo
La figura del abogado corporativo tiene sus orígenes en el sistema jurídico de Common Law, y su rol es proteger la causalidad que acompaña las transacciones comerciales, asesorando a las compañías sobre sus derechos y deberes tanto con particulares como con el Estado.
Con el fin de lograr este cometido, los abogados corporativos deben tener un conocimiento integral en temas relacionados con la operación negocial de una empresa: en derecho contractual, tributación, contabilidad, derecho de seguros, derecho societario (en temas como creación, reformas estatutarias, fusión, escisión y liquidación empresarial), propiedad intelectual (industria y derechos de autor), derecho financiero y mercado de valores, negociación, comercio exterior y matemática financiera (Alan B., 2004).
Un abogado corporativo debe tener un perfil teleológico menos adversarial que el que se puede manejar en otras especialidades, teniendo en cuenta que para las compañías estos abogados tienen el rol de generar tranquilidad y ser facilitadores en sus operaciones a través de acuerdos, análisis contractual, estructuración de transacciones y negociaciones (Vault Editors, 2007).
En el ámbito de la especialidad tributaria del abogado corporativo, se deben formar bases técnicas contables que permitan al abogado entender los registros económicos que dan lugar a la determinación de los tributos, pero además, el abogado corporativo debe contar con una perspectiva financiera integral de la empresa que le permita no solamente pensar en si podría ganar una litis contra la administración de impuestos, sino en cómo podría evitarla para generar un menor impacto integral a la empresa, o incluso llegar a acuerdos económicos que resulten menos gravosos para la compañía que un pleito litigioso, aún si eso significa perder un poco. Un abogado tributarista empresarial no quiere ganar disputas, sino evitar tenerlas cuando sea posible.
En materia financiera, una empresa puede optimizar sus resultados bien sea aumentando sus ingresos o disminuyendo sus egresos. Un abogado tributarista debe ser un estratega que ayude a las empresas a disminuir sus egresos desde dos ámbitos: I) haciendo una planeación tributaria que ahorre pagar a la administración erogaciones innecesarias a través de tácticas negociales, jurídicas y de inversiones, y II) reduciendo (incluso a cero) los montos que la compañía debe pagar al fisco en caso de haberse entrado en litis.
En conclusión, los negocios son dinámicos y dentro del marco de la globalización tienden cada vez más a tener operaciones transnacionales y multinacionales, ya sea por la expansión natural de la empresa o por estrategias económicas. Un abogado tributarista corporativo debe desarrollar una mentalidad de negocios versátil y creativa, que cuente además con un panorama internacional, que le posibilite generar estrategias complejas de inversión escalafonada, creando medidas contracíclicas que disminuyan riesgos para el representado.
Andrés Felipe Ortíz Suárez
Profesional Jurídico y Financiero Senior